Qué quiere decir «Género»
Algunos prefieren hablar de
género (gender) en vez de sexo. No se trata sólo de un cambio de
palabra. Detrás está la ideología feminista de gender que se
divulga a partir de la década 1960–1970. Según esta ideología, la masculinidad
y la feminidad no estarían determinados fundamentalmente por el sexo, sino
por la cultura.
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En torno a un nuevo modo de hablar
Por Jutta Burggraf La ideología de gender Mientras que el término sexo hace referencia a la naturaleza e implica dos posibilidades (varón y mujer), el término género proviene del campo de la lingüística donde se aprecian tres variaciones: masculino, femenino y neutro. Las diferencias entre el varón y la mujer no corresponderían, pues, –fuera de las obvias diferencias morfológicas–, a una naturaleza “dada”, sino que serían meras construcciones culturales “hechas” según los roles y estereotipos que en cada sociedad se asignan a los sexos (“roles socialmente construidos”) [En los idiomas en los que no se dispone de dos palabras diferentes (sex – gender, sexo – género), se suele hablar del “sexo biológico” y “sexo psícosocial”; así, por ejemplo, en alemán: “biologisches Geschlecht” – “psycho–soziales Geschlecht”]. En este contexto se destaca (no sin razón) que, en el pasado, las diferencias fueron acentuadas desmesuradamente, lo que condujo a situaciones de discriminación e injusticia para muchas mujeres: durante largos siglos, correspondió al “destino femenino” ser modelada como un ser inferior, excluida de las decisiones públicas y de los estudios superiores. Pero hoy en día –se sigue afirmando– las mujeres se dan cuenta del fraude del que han sido víctimas, y rompen los esquemas que les fueron impuestos. Pretenden liberarse sobre todo del matrimonio y de la maternidad [Algunos adeptos del feminismo de género proponen: “Para ser efectivos a largo plazo, los programas de planificación familiar deben buscar no sólo reducir la fertilidad dentro de los roles de género existentes, sino más bien cambiar los roles de género a fin de reducir la fertilidad.”]. Algunos apoyan la existencia de cuatro, cinco o seis géneros según diversas consideraciones: heterosexual masculino, heterosexual femenino, homosexual, lesbiana, bisexual e indiferenciado. De manera que, la masculinidad y la feminidad no se consideran, en modo alguno, como los únicos derivados naturales de la dicotomía sexual biológica. Cualquier actividad sexual resultaría justificable [Judith BUTLER: “Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras. En consecuencia, varón y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como un masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como un femenino.” Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity. Aunque este trabajo esté criticado, en algunos círculos extremistas todavía más radicales, por no separarse del todo de la dimensión biológica, puede considerarse como una de las obras claves que presentan la ideología de gender]. La “heterosexualidad”, lejos de ser “obligatoria”, no significaría más que uno de los casos posibles de práctica sexual. Ni siquiera sería preferible para la procreación. En sociedades “más imaginativas”, la reproducción biológica puede asegurarse con otras técnicas, se afirma [Heidi HARTMANN: The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism. La autora anticipó, en parte, la completa disociación entre sexualidad y procreación, maternidad/paternidad y filiación que las intervenciones artificiales hacen posible hoy en día]. Y como la identidad genérica (el gender) podría adaptarse indefinidamente a nuevos y diferentes propósitos, correspondería a cada individuo elegir libremente el tipo de género al que le gustaría pertenecer, en las diversas situaciones y etapas de su vida. Para llegar a una aceptación universal de estas ideas, los promotores del feminismo radical de género intentan conseguir un gradual cambio cultural, la llamada “de–construcción” de la sociedad, empezando con la familia y la educación de los hijos [PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA: Familia, matrimonio y uniones de hecho. El feminismo de género ha encontrado favorable acogida en un buen número de importantes instituciones internacionales, entre las que se encuentran algunos Organismos de la Organización de Naciones Unidas. En no pocas Universidades se pretende, además, de elevar los “Gender Studies” a un nuevo rango científico]. Utilizan un lenguaje ambiguo que hace parecer razonables los nuevos presupuestos éticos. La meta consiste en “re–construir” un mundo nuevo y arbitrario que incluye, junto al masculino y al femenino, también otros géneros en el modo de configurar la vida humana y las relaciones interpersonales. Estas pretensiones han encontrado un ambiente favorable en la antropología individualista del neoliberalismo radical. Se apoyan, por un lado, en diversas teorías marxistas y estructuralistas [Fue Friedrich ENGELS quien sentó las bases de unión entre el marxismo y el feminismo.The Origin of the Family, Property and the State], y por el otro, en los postulados de algunos representantes de la “revolución sexual”, como Wilhelm Reich (1897–1957) y Herbert Marcuse (1898–1979) que invitaban a experimentar todo tipo de situaciones sexuales. Más directamente aún se puede ver el influjo del existencialismo ateo de Simone de Beauvoir (1908–1986) que anunció ya en 1949 su conocido aforismo: “¡No naces mujer, te hacen mujer!,” – más tarde completado por la lógica conclusión: “¡No se nace varón, te hacen varón! Tampoco la condición de varón es una realidad dada desde un principio”. Los estudios socioculturales de Margaret Mead (1901–1978) también pueden incluirse en este proceso histórico que consolidó una nueva rama del feminismo radical, aunque la validez científica de sus aportaciones fue cuestionada por otros investigadores. Al proclamar que los géneros masculino y femenino serían el producto exclusivo de factores sociales, sin relación alguna con la dimensión sexual de la persona, los defensores de la teoría de género se oponen a un modelo, igualmente unilateral que el suyo, que sostiene justamente lo contrario: niega cualquier interacción entre el individuo y la comunidad a la hora de configurar la identidad personal como varón o mujer; y afirma que a cada sexo le corresponderían por necesidades biológicas unas funciones sociales fijas, invariables en la historia [Con respecto a los diversos modelos que presentan la relación entre varón y mujer, el esquema clarificador de María ELÓSEGUI: La transexualidad. Jurisprudencia y argumentación jurídica]. Este modelo, sin embargo, se considera hoy en día falso a nivel teórico y jurídico, al menos en el mundo occidental [La subordinación de la mujer atenta contra el principio de igualdad entre los sexos y contra los derechos humanos reconocidos en la Declaración Universal de la Organización de Naciones Unidas de 1948 y en otros muchos documentos de la ONU.] Está en parte superado por la legislación, pero no totalmente [los estudios de María ELÓSEGUI: “Existe todavía discriminación directa, indirecta y oculta en el ámbito laboral, en el de la seguridad social, en el derecho financiero etc.”Los derechos reproductivos. Un nuevo concepto jurídico procedente del mundo legal anglosajón, en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado]; no se puede negar que persiste su influjo en la práctica social. El proceso de identificación con el propio sexo En la persona humana, el sexo y el género –el fundamento biológico y la expresión cultural– no son idénticos, pero tampoco son completamente independientes. Para llegar a establecer una relación correcta entre ambos, conviene considerar previamente el proceso en el que se forma la identidad como varón o mujer. Los especialistas señalan tres aspectos de este proceso que, en el caso normal, se entrelazan armónicamente: el sexo biológico, el sexo psicológico y el sexo social[El sexo biológico suele denominarse simplemente sex, sexo, mientras que el sexo psicológico y social están unidos en el término gender, género.] El sexo biológico describe la corporeidad de una persona. Se suelen distinguir diversos factores. El “sexo genético” (o “cromosómico”) –determinado por los cromosomas XX en la mujer, o XY en el varón– se establece en el momento de la fecundación y se traduce en el “sexo gonadal” que es responsable de la actividad hormonal. El “sexo gonadal”, a su vez, influye sobre el “sexo somático” (o “fenotípico”) que determina la estructura de los órganos reproductores internos y externos. Conviene considerar el hecho de que estas bases biológicas intervienen profundamente en todo el organismo, de modo que, por ejemplo, cada célula de un cuerpo femenino es distinta a cada célula de un cuerpo masculino. La ciencia médica indica incluso diferencias estructurales y funcionales entre un cerebro masculino y otro femenino. El sexo psicológico se refiere a las vivencias psíquicas de una persona como varón o mujer. Consiste, en concreto, en la conciencia de pertenecer a un determinado sexo. Esta conciencia se forma, en un primer momento, alrededor de los 2–3 años y suele coincidir con el sexo biológico. Puede estar afectada hondamente por la educación y el ambiente en el que se mueve el niño. El sexo sociológico (o civil) es el sexo asignado a una persona en el momento del nacimiento. Expresa cómo es percibida por las personas a su alrededor. Señala la actuación específica de un varón o de una mujer. En general, se le entiende como el resultado de procesos histórico–culturales. Se refiere a las funciones y roles (y los estereotipos) que en cada sociedad se asignan a los diversos grupos de personas. Estos tres aspectos no deben entenderse como aislados unos de otras. Por el contrario, se integran en un proceso más amplio consistente en la formación de la propia identidad. Una persona adquiere progresivamente durante la infancia y la adolescencia la conciencia de ser “ella misma”. Descubre su identidad y, dentro de ella, cada vez más hondamente, la dimensión sexual del propio ser. Adquiere gradualmente una identidad sexual (dándose cuenta de los factores biopsíquicos del propio sexo, y de la diferencia respecto al otro sexo) y una identidad genérica(descubriendo los factores psicosociales y culturales del papel que las mujeres o varones desempeñan en la sociedad). En un correcto y armónico proceso de integración, ambas dimensiones se corresponden y complementan. Una consideración especial merecen los estados intersexuales (los llamados intersexos) ya que algunos argumentan que la existencia de personas transexuales y hermafroditas demostraría que no hay solamente dos sexos. Pero los estados intersexuales significan anomalías con características clínicas variadas; suelen ocurrir en una etapa muy precoz del desarrollo embrionario. Se definen por la existencia de contradicción de uno o más de los criterios que definen el sexo. Es decir, las personas transexuales disponen de una patología en alguno de los puntos de la cadena biológica que conduce a la diferenciación sexual. Sufren alteraciones en el desarrollo normal del sexo biológico y, en consecuencia, también del sexo psicosocial [No corresponde, por ejemplo, el sexo fenotípico plenamente con el sexo cromosómico y gonadal, o no corresponden los órganos sexuales externos e internos. Así, las personas transexuales perciben pertenecer al sexo opuesto del que indica su anatomía.] En vez de utilizarlas como propaganda para conseguir la “deconstrucción” de las bases de la familia y de la sociedad, conviene mostrarles respeto y darles un tratamiento médico adecuado. Hay que distinguir la identidad sexual (varón o mujer) de la orientación sexual(heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad). Se entiende como orientación sexual comúnmente la preferencia sexual que se establece en la adolescencia coincidiendo con la época en que se completa el desarrollo cerebral. Tiene una base biológica y es configurada, además, por otros factores como la educación, la cultura y las experiencias propias. Aunque los números varían según las diversas investigaciones, se puede decir que la inmensa mayoría de las personas humanas son heterosexuales Otra cosa todavía distinta es la conducta sexual. En el caso normal, designa el propio comportamiento elegido, puesto que hay un margen muy amplio de libertad en el modo en que tanto la mujer como el varón pueden conducir su sexualidad. Hacia una comprensión de la diferencia sexual Como la persona entera es varón o mujer, “en la unidad de cuerpo y alma”, la masculinidad o feminidad se extiende a todos los ámbitos de su ser: desde el profundo significado de las diferencias físicas entre el varón y la mujer y su influencia en el amor corporal, hasta las diferencias psíquicas entre ambos y la forma diferente de manifestar su relación con Dios. Aunque no se pueda constatar ningún rasgo psicológico o espiritual atribuible sólo a uno de los sexos, existen, sin embargo, características que se presentan con una frecuencia especial y de manera más pronunciada en los varones, y otras en las mujeres. Es una tarea sumamente difícil distinguir en este campo. Probablemente nunca será posible determinar con exactitud científica lo que es “típicamente masculino” o “típicamente femenino”, pues la naturaleza y la cultura, las dos grandes modeladoras, están entrelazadas, desde el principio, muy estrechamente. Pero el hecho de que varón y mujer experimenten el mundo de forma diferente, solucionen tareas de manera distinta, sientan, planeen y reaccionen de manera desigual, tiene un fundamento sólido en la constitución biológica propia de cada uno. La sexualidad habla a la vez de identidad y alteridad. Varón y mujer tienen la misma naturaleza humana, pero la tienen de modos distintos. En cierto sentido se complementan. Por esto, el varón tiende “constitutivamente” a la mujer, y la mujer al varón. No buscan una unidad andrógena, como sugiere la mítica visión de Aristófanes en el “Banquete”, pero sí se necesitan mutuamente para desarrollar plenamente su humanidad. La mujer es dada como “ayuda” al varón por el Creador, y viceversa, lo que no equivale a “siervo” ni expresa ningún desprecio. [JUAN PABLO II: Carta Apostólica Mulieris dignitatem. También el salmista dice a Dios: “Tú eres mi ayuda.” Salmo 70,6. Salmo 115,9.10.11; 118,7; 146,5.] También en la relación marido–mujer la “sumisión” no es unilateral, sino recíproca. Es deseable una subordinación mutua en el amor. Es un hecho biológico que sólo la mujer puede ser madre, y sólo el varón puede ser padre. La procreación se encuentra ennoblecida en ellos por el amor en que se desarrolla y, precisamente por la vinculación al amor, ha sido puesta por Dios en el centro de la persona humana como labor conjunta de los dos sexos. La paternidad común muestra un especial protagonismo y una confianza inmensa de Dios. Tanto el varón como la mujer son capaces de cubrir una necesidad fundamental del otro. En su mutua relación uno hace al otro descubrirse y realizarse en su propia condición sexuada. Uno hace al otro consciente de ser llamado a la comunión y capaz para entregarse al otro, en mutua subordinación amorosa. Ambos, desde perspectivas distintas, llegan a la propia felicidad sirviendo a la felicidad del otro. Mientras que el cambio arbitrario del gender da testimonio de un cierto afán de autosuficiencia, la sexualidad humana significa una clara disposición hacia el otro. Manifiesta que la plenitud humana reside precisamente en la relación, en el ser–para–el–otro. Impulsa a salir de sí mismo, buscar al otro y alegrarse en su presencia. Es como el sello del Dios del Amor en la estructura misma de la naturaleza humana. Aunque cada persona es querida por Dios “por sí misma” y llamada a una plenitud individual, no puede alcanzarla sino en comunión con otros. Está hecha para dar y recibir amor. De esto nos habla la condición sexual que tiene un inmenso valor en sí misma. Ambos sexos están llamados por el mismo Dios a actuar y vivir conjuntamente [Génesis 1,27: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, varón y mujer los creó.”]. Esa es su vocación. Se puede incluso afirmar que Dios no ha creado al hombre varón y mujer para que engendre nuevos seres humanos, sino que, justo al revés, el hombre tiene la capacidad de engendrar para perpetuar la imagen divina que él mismo refleja en su condición sexuada. Ser mujer, ser varón, no se agota en ser respectivamente madre o padre. Considerando las cualidades específicas de la mujer, se ha reflexionado, a veces, sobre la “maternidad espiritual”; el Papa Juan Pablo II precisa este concepto y habla más oportunamente del “genio de la mujer”. Constituye una determinada actitud básica que corresponde a la estructura física de la mujer y se ve fomentada por ésta. En efecto, no parece descabellado suponer que la intensa relación que la mujer guarda con la vida pueda generar en ella unas disposiciones particulares. Así como durante el embarazo la mujer experimenta una cercanía única hacia un nuevo ser humano, así también su naturaleza favorece el encuentro interpersonal con quienes le rodean. El “genio de la mujer” se puede traducir en una delicada sensibilidad frente a las necesidades y requerimientos de los demás, en la capacidad de darse cuenta de sus posibles conflictos interiores y de comprenderlos. Se la puede identificar, cuidadosamente, con una especial capacidad de mostrar el amor de un modo concreto, y desarrollar la “ética” del cuidado. Donde hay un “genio femenino” debe haber también un “genio masculino”, un talento específico del varón. Éste tiene por naturaleza una mayor distancia respecto a la vida concreta. Se encuentra siempre “fuera” del proceso de la gestación y del nacimiento, y sólo puede tener parte en ellos a través de su mujer. Precisamente esa mayor distancia le puede facilitar una acción más serena para proteger la vida, y asegurar su futuro. Puede llevarle a ser un verdadero padre, no sólo en la dimensión física, sino también en sentido espiritual [Paternidad espiritual supone liberarse del egocentrismo, “ser conquistado por el amor”. Karol WOJTYLA: Radiation of fatherhood.] Puede llevarle a ser un amigo imperturbable, seguro y de confianza. Pero puede llevarle también, por otro lado, a un cierto desinterés por las cosas concretas y cotidianas, lo que, desgraciadamente, se ha favorecido en las épocas pasadas por una educación unilateral. En todos los ámbitos y los sectores de la sociedad, en la cultura y el arte, la política y la economía, la vida pública y privada, varones y mujeres están llamados a aceptarse mutuamente y a construir juntos un mundo habitable. Este mundo llegará a su plenitud en el momento en el que ambos sexos le entreguen armónicamente su contribución específica. Una relación adecuada entre sex y gender Hay una profunda unidad entre las dimensiones corporales, psíquicas y espirituales en la persona humana, una interdependencia entre lo biológico y lo cultural. La actuación tiene una base en la naturaleza y no puede desvincularse completamente de ella. La unidad y la igualdad entre varón y mujer no anulan las diferencias. Aunque tanto las cualidades femeninas como las masculinas sean variables en gran medida, no pueden ser ignoradas completamente. Sigue habiendo un trasfondo de configuración natural, que ya no puede ser anulado sin esfuerzos desesperados, que conducen, en definitiva, a la autonegación. Ni la mujer ni el varón pueden ir en contra de su propia naturaleza sin hacerse desgraciados. La ruptura con la biología no libera a la mujer, ni al varón; es más bien un camino que conduce a lo patológico. La cultura, a su vez, tiene que dar una respuesta adecuada a la naturaleza. No debe ser un obstáculo al progreso de un grupo de personas. Es evidente que han existido en la historia, y aún existen en el mundo, muchas injusticias hacia las mujeres. Este largo elenco de discriminaciones no tiene ningún fundamento biológico, sino unas raíces culturales, y es preciso erradicarlas. Las funciones sociales no deben considerarse como irremediablemente unidas a la genética o a la biología. Es deseable que la mujer asuma nuevos roles que estén en armonía con su dignidad. En este sentido, el Papa Juan Pablo II rechaza explícitamente la noción biológica determinista de que todos los roles y relaciones de los dos sexos están fijados en un único modelo estático, y exhorta a los varones a participar “en el gran proceso de liberación de la mujer”. Es indudable que la incorporación de la mujer al mercado laboral es un avance que, ciertamente, crea nuevos retos para ambos sexos. El término gender puede aceptarse como una expresión humana y por tanto libre que se basa en una identidad sexual biológica, masculina o femenina. Es adecuado para describir los aspectos culturales que rodean a la construcción de las funciones del varón y de la mujer en el contexto social. Sin embargo, no todas las funciones significan algo construido a voluntad; algunas tienen una mayor raigambre biológica. Por tanto, “puede también apreciarse que la presencia de una cierta diversidad de roles en modo alguno es mala para las mujeres, con tal de que esta diversidad no sea resultado de una imposición arbitraria, sino más bien expresión de lo que es específicamente masculino o femenino.” Hoy en día muchas personas vuelven a ver de nuevo con claridad que no pueden llegar a ser libres más allá de la base de la propia naturaleza; que el sexo, más que un privilegio o una discriminación, también es siempre una oportunidad para el propio desarrollo. En consecuencia, se empeñan por conseguir que la promoción de la mujer no sólo se lleve a cabo fuera del hogar. Si es cierto que las mujeres no se muestran únicamente como esposas y madres, muchas sí son esposas y madres, o quieren serlo, y hay que crear las posibilidades para que puedan serlo con dignidad. La mujer con una actividad profesional externa no debe ser declarada el único ideal de la independencia femenina, a pesar de todo el respeto que merecen sus intenciones nobles. La familia, ciertamente, no es una tarea exclusiva de la mujer. Pero aún cuando el varón muestre su responsabilidad y compagine adecuadamente sus tareas profesionales y familiares, no se puede negar que la mujer juega un papel sumamente importante en el hogar. La específica contribución que aporta allí, debe tenerse plenamente en cuenta en la legislación y debe ser también justamente remunerada, bajo el punto de vista económico y sociopolítico. La colaboración para elaborar esta legislación deberá considerarse mundialmente no sólo como derecho, sino también como deber de la mujer. Nota final El desarrollo de una sociedad depende del empleo de todos los recursos humanos. Por tanto, mujeres y varones deben participar en todas las esferas de la vida pública y privada. Los intentos que procuran conseguir esta meta justa a niveles de gobierno político, empresarial, cultural, social y familiar, pueden abordarse bajo el concepto de “perspectiva de igualdad de género (gender)”, si esta igualdad incluye el derecho a ser diferentes. De hecho, algunos países y organismos internacionales tienen en cuenta la diferente situación de varones y mujeres, y desarrollan planes para la igualdad de oportunidades, que ayudan a conseguir la promoción de la mujer. Y a la hora de adoptar políticas, la “perspectiva de género” lleva a plantearse cuáles serán los posibles efectos de esas decisiones en las situaciones respectivas de varones y mujeres. Esta “perspectiva de género”, que defiende el derecho a la diferencia entre varones y mujeres y promueve la corresponsabilidad en el trabajo y la familia, no debe confundirse con el planteamiento radical señalado al principio, que ignora y aplasta la diversidad natural de ambos sexos. Bibliografía: - Los estudios del psiquiatra Gerard J.M. van den AARDWEG: Das Drama des gewöhnlichen Homosexuellen. Analyse und Therapie, 3. ed. Neuhausen–Stuttgart 1995, pp.17–47. (Original inglés Homosexuality as a Disease of Self–Pity). - Simone de BEAUVOIR: Das andere Geschlecht, Hamburg 1951, p.285. (Original francés Le Deuxième Sexe, Paris 1949). - Simone de BEAUVOIR: Alles in Allem, Hamburg 1974, p.455. - Jutta BURGGRAF: Juan Pablo II y la vocación de la mujer, en Scripta Theologica 31 (1999/1), pp.139–155. - Judith BUTLER: Gender Trouble. 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Un nuevo concepto jurídico procedente del mundo legal anglosajón, en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado 16 (2000), p.689. - Friedrich ENGELS The Origin of the Family, Property and the State, New York 1972. (Original alemán Der Ursprung der Familie, des Privateigentums und des Staates, 1884). - J. GONZÁLEZ MERLO: Ginecología, cap. 3: Estados Intersexuales, Barcelona 1998. - Heidi HARTMANN: The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism, Boston 1981, p.16. - JUAN PABLO II: Carta Apostólica Mulieris dignitatem, (MD; 15 de agosto de 1985), 10. - JUAN PABLO II: Carta a las mujeres (29 de junio de 1995), 6. - JUAN PABLO II: Encíclica Laborem exercens, (14 de septiembre de 1981), 19. - K. KANSAKU, A. YAMAURA, S. KITAZAWA: Sex differences in lateralization revealed in the posterior language areas, en: Cereb Cortex (2000/9), pp.866–872. - Dennis D. KELLY: Sexual Differentiation of the Nervous System, en: Principles of Neural Science, ed. por Eric R. KANDEL, James H. SCHWARTZ, Thomas M. JESSELL, 4. ed. (Ed. Appleton and Lange), Norwalk, Connecticut 2000, pp.1131–1149. - Ana Carmen MARCUELLO y María ELÓSEGUI: Sexo, género, identidad sexual y sus patologías, en Cuadernos de Bioética (1999/3), pp.459–477. - Margaret MEAD: Male and Female. A Study of the Sexes in a Changing Word, New York 1949. - P. NOPOULOS, M. FLAUM, D. O’LEARY, N.C. ANDREASEN: Sexual dimorphism in the human brain: evaluation of tissue volume, tissue composition and surface anatomy using magnetic resonance imaging, en: Psychiatry Res (2000/2), pp.1–13.H. - PONTIFICIO CONSEJO PARA LA FAMILIA: Familia, matrimonio y uniones de hecho, (26 de julio de 2000), 8. - N. SADATO, V. IBANEZ, M.P. DEIBER, M. HALLETT: Gender difference in premotor activity during active tactile discrimination, en: Neuroimage (2000/5), pp.532–540. - Angelo SCOLA: ¿Qué es la vida? Madrid 1999, p.128. - Gloria SOLÉ ROMEO: Historia del feminismo. Siglos XIX y XX, Pamplona 1995, pp.50–53. - Karol WOJTYLA: Radiation of fatherhood, en IDEM: The Collected Plays and Writings on Theater, Berkeley 1987, p.355.
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Ver: Jutta Burggraf. ¿Qué quiere decir género? Un nuevo modo de
hablar. PROMESA, San José, Cosa Rica, 2001.
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28 de mayo de 2017
¿Qué quiere decir género? Artículo Jutta Burgraff
27 de mayo de 2017
Tema 9 - Naturaleza humana y cultura. El trabajo y sus dimensiones
Antropología Filosófica
Tema 9: Naturaleza humana. Cultura
Recursos:
Video Blade Runner
Textos Ruiz Retegui en Deontología Biológica, EUNSA
Fragmento escrivaworks.org Conversaciones pto 87
Referencias
Bibliográficas: Fundamentos de Antropología, Yepes –
Aranguren, cap 12 y “Fundamentos de Antropología” Yepes,
Aranguren, págs. 83-85, 95 y 247
· LA NATURALEZA HUMANA
·
La palabra
"naturaleza" puede tener, entre otros, dos significados
fundamentales:
- En primer lugar, podemos entender la Naturaleza como el
conjunto, orden y disposición de la realidad material existente, entendida como
un sistema dotado de leyes propias al margen de la intervención humana. En este
sentido, la Naturaleza es el conjunto de todos los seres no artificiales que
existen en el universo; y es cosmos (y no caos), en cuanto es un conjunto
ordenado y regulado por leyes (físicas, químicas, biológicas...). Habitualmente
designamos con mayúscula este uso de la palabra.
- En segundo
lugar, el término naturaleza también designa la esencia o modo de ser que
determina específicamente a un ser; el conjunto de caracteres particulares o
propiedades que le definen. Así, por ejemplo, decimos que la capacidad de volar
pertenece a la naturaleza de las aves, o que es esencial a la naturaleza del
fuego producir calor.
·
Naturaleza humana: En la Naturaleza encontramos seres
inertes (rocas, minerales ...) y seres vivos (vegetales, animales y hombres).
El hombre es un ser vivo y, como tal, forma parte de la Naturaleza. Aquello que
distingue al hombre o lo determina específicamente es su racionalidad. Decimos
que el hombre es un animal racional; y esa es su naturaleza o esencia. El
hombre junto con el conocimiento sensible (que también tienen los animales)
posee asimismo un conocimiento intelectual o capacidad de pensar; sus tendencias
no son únicamente sensibles sino que también incluye la voluntad. Ahora bien,
esa esencia o naturaleza humana lo coloca en una situación privilegiada ya que,
a diferencia del resto de los seres naturales, el hombre es libre: su
comportamiento no está determinado por los instintos y necesidades naturales,
sino que, gracias a su voluntad libre, incluso puede obrar en oposición a los
mismos (sacrificio de la propia vida, huelga de hambre...). No obstante, en el
hombre no existe oposición entre naturaleza y libertad, ya que la libertad
pertenece a su naturaleza. Además, esta naturaleza humana es universal en el
sentido de que ha sido y es idéntica en todos los hombres y mujeres de todas
las épocas y lugares.
Actividades: Una obra maestra de la gran pantalla que
puede hacer reflexionar sobre la naturaleza humana: Blade Runner, de Ridley
Scott.
·
Tensión naturaleza-cultura:
a.
Preguntas clave son ¿Naturaleza o cultura? O más bien ¿Naturaleza y cultura?
b.
Una característica del animal racional es su inadaptación
biológica al medio, a diferencia del animal que sí está preparado, pero el hombre supera ese
“déficit biológico” por medio de la inteligencia, transforma el medio que le
rodea hasta hacerlo habitable (hace fuego para calentarse, fabrica la casa, se
abriga con vestido, consigue alimentos e inventa instrumentos que le ayudan a
ello). Su adaptación es una transformación reflexiva, pensada e inteligente y
eso es precisamente la cultura.
-
En antropología cultural se distingue entre cultura
material (los productos materiales fabricados por el hombre) y cultura mental
(formas de pensar, creencias, costumbres, valores y normas)
-
Hoy cultura es un término amplio que encierra muchos
sentidos, hace referencia al modo de vivir el mundo e interpretarlo, al
conjunto de técnica y recursos que nos ayudan a vivir (tecnología), a las
instituciones que organizan nuestra convivencia (democracia, universidad, club
deportivo, etc.), ideas y creencias de pueblos e individuos. [1]
2. LA CULTURA
·
¿Qué es la Cultura?
-
Dar forma a una materia es crear, producir una obra
cultural. La materialización del espíritu y la espiritualización de la materia
es aquello específico del hombre que puede ser llamado cultura: el espíritu se vuelve objetivo, deja huella, permanece.
-
Originariamente cultura es un término que apunta a la
acción de cultivar, significa la acción mediante la cual el hombre se ocupa de
sí mismo no quedándose en puro estado natural. Hombre culto es aquél que se ha
cultivado, cultura denota atención, cuidado.
- Elementos
de la Cultura:
a.
En sentido general, la primera dimensión de la cultura es
la interiorización y enriquecimiento
de cada sujeto mediante el aprendizaje, el “amueblado y decorado de su mente y
de su psique”. Cultura significa por tanto tener conocimientos, riqueza interior, mundo íntimo. El
origen de toda cultura es el núcleo creativo y efectivo de la persona, una
sabiduría que crece hacia dentro porque se cultiva para después salir fuera.
-
Frente a la primacía de la exterioridad, el espíritu
humano se caracteriza por saber habitar dentro de sí y crear un mundo interior,
que no es soñado, sino vivido. Solo en ese habitar se encuentra la felicidad y
la plenitud. Es el lugar del encuentro con la propia intimidad retirada a lo
interior, realidad creadora de la que brotan ideas, proyectos que acabarán
saliendo al exterior. La persona humana ama el silencio porque le permite
soñar, imaginar, escuchar su voz íntima, conocerse. El descubrimiento de la
interioridad y su cultivo son el requisito para una verdadera formación.
-
Tener espíritu cultivado es saber leer las obras humanas,
poder detenerse ante lo cotidiano que desvela algo majestuoso, descubrir la
profundidad de lo que se encuentra al alcance de la mano, no dejar que lo bello
pase desapercibido, o que solo se considere como interesante lo ruidoso, lo
grande, lo llamativo o lo desproporcionado. Un gusto cultivado sabe de matices,
llega a donde no puede hacerlo el ignorante.
b.
En sentido estricto la cultura es cualquier manifestación
humana. Es la expresión externa de la
interioridad.
-
Lo que define al hombre como ser cultural es la capacidad
de revestir lo material, mediante una forma añadida, de un significado que
procede del mundo interior y que ordena la obra humana a otra cosa distinta de
ella misma. Por la cultura la mano es algo más que un miembro para coger:
expresa saludo, acogida, fraternidad, cariño, o por el contrario, violencia,
hosquedad, etc.[2]
- La cultura como factor humanizador:
a.
Los objetos
culturales sustituyen y apoyan el gesto y las costumbres, humanizan
el mundo y la vida, llevan a significados que están más allá de lo que
externamente esas cosas son. El hombre, en cuanto ser cultural, crea signos
significativos, relaciones entre esos signos, redes de significados.
-
Por la cultura aparecen las obras humanas, los objetos
que los hombres producen. Un martillo, las ventanas, la ordenación de un calle
o de un campo, los caminos, las casas … Aparecen los útiles, los adornos, los
objetos artísticos, la literatura, las cuentas corrientes, los abogados con sus
leyes, aparatos médicos, el hormigón y las estructuras, etc. Todas estas son formas añadidas a las realidades naturales.
-
El mundo que habitamos está lleno de cosas que sin el
hombre serían inexplicables. Un libro sin lectores sería un objeto sin finalidad,
una clínica sin enfermos tampoco tendría sentido. Los seres humanos dotamos de
significado a las nuevas realidades, enriquecemos el mundo, lo hacemos pasar de
ser Tierra a ser el hábitat, la casa, el lugar donde se desarrolla nuestro
carácter mundano.
-
A este conjunto de objetos culturales lo denominamos
cultura en sentido objetivo. No son algo separado de la naturaleza, sino una
continuación de ella. Nacen como modificaciones de seres naturales (una silla,
por ej.). La cultura en sentido objetivo
es una continuación de la naturaleza: el hombre es más que naturaleza y por
eso la continúa; esa continuación señala que el hombre es espíritu. Si el
hombre resulta que es capaz de enriquecer lo que estaba dado biológicamente, es
señal de que es capaz de superar la mera biología, lo natural: el carácter
creador del ser humano en la cultura es una razón muy importante para señalar
que el hombre no se circunscribe al tiempo de lo biológico, que lo trasciende.
-
La forma de los objetos culturales remiten a algo más
allá de ellos mismos, un ejemplo es el lenguaje que emite sonidos o signos
escritos que portan en sí mismos un significado. Es decir, su carácter de
signos implica la capacidad de superar su carácter físico (un ruido, unas rayas
en el papel) para abrirse al mundo de los significados (entender el mensaje al
que estos ruidos o rayas se refieren). El carácter simbólico de las obras
humanas es convencional, es decir libre y modificable: se fija el significado
de una palabra, pero puede variar; el gesto de la amistad no es siempre el
mismo (besarse, darse la mano, compartir). La cultura es libre y por tanto
convencional, variable, histórica.
- Diversidad
cultural:
-
El hombre es un ser abierto, entra en relación con los
demás y esa intersubjetividad la desarrolla por medio de la libertad.
-
Multiculturalismo: Coexistencia de culturas diversas en
un mismo territorio, suele predominar una con carácter mayoritario y otras que
conviven con ella y se sienten más o menos marginadas. La posición que nace del
reconocimiento de la pluralidad cultural es enriquecedora puesto que ayuda a
entender mejor el mundo y a establecer un diálogo fructífero para apoyar la
convivencia social.
-
Actitudes ante el multiculturalismo pueden ser: [3] Etnocentrismo,
racismo y xenofobia, relativismo cultural o universalismo.
·
Relativismo cultural y universalismo:
-
Todas las culturas no son iguales, aunque, desde una
perspectiva relativista, se juzgue que sí sl lo son ( iguales la danza massai,
el ballet ruso, los tambores ancestrales o el violín de Vivaldi).
-
En algunas democracias arraiga el relativismo cultural que propone juzgar las culturas diferentes
desde sus propios valores y recomienda tolerancia frente a lo diferente, esto
es positivo, pero no logra promover el diálogo entre culturas ni superar el
racismo.
-
El relativismo cultural se torna problemático al conceder
la misma valoración a todas las culturas, pretender que todos los elementos de
las demás culturas son positivos o equivalentes lleva a perder el sentido
crítico y a quedarse sin argumentaciones frente a los abusos que puedan
provocar.
-
El relativismo cultural y el historicismo creen que toda
cultura se halla especialmente relacionada con su propio tiempo, sin poder
trascenderlo. Ante la diversidad de opiniones lo lógico sería examinarlas y
sopesarlas, pues no se apoyan sobre el vacío, sino sobre razones.
-
Es evidente que toda cultura es relativa. Hacer una
lectura esencial de la realidad, apoyada en la razón, como hacían los griegos
clásicos. Hoy se acepta todo, entendiendo así la libertad y negando el poder de
la razón.
-
Relativismo cultural es hacer a cada persona prisionera
de su propia cultura, sin posibilidad de trascenderla y alcanzar una
perspectiva transcultural.
-
La superación del relativismo cultural se encuentra en el
universalismo que responde al reto del multiculturalismo
con la integración intercultural. Propone como mínimos el respeto a los
derechos humanos –sobre todo la libertad, la libertad y la solidaridad- y la
tolerancia activa manifestada en el diálogo. Se quiere superar así la
marginación y la separación de los guetos.[4]
3.
El trabajo
humano y sus dimensiones esenciales
·
El Trabajo:
El trabajo se puede definir como el esfuerzo humano destinado a la
consecución de lo necesario para vivir.
Es
el modo peculiar de satisfacer las propias necesidades mediante la técnica
instrumental. Es necesario para sobrevivir, y para vivir como seres humanos.
·
Visión antropológica:
Antes de entrar
en cuestiones concretas sobre el trabajo, hay que considerar la visión
antropológica.
a.
Relación del hombre con el mundo
La persona humana está instalada en el mundo, que es el ámbito o dónde en que
están las cosas y en que estoy yo. El mundo en el que el hombre es físico,
material y recibe el nombre de Naturaleza. La persona humana no es concebible fuera
de esa instalación material: su vida se despliega en ese medio y a través de
él.
La peculiar
síntesis corporalidad e inteligencia que es el hombre le da una relación
también peculiar con ese mundo exterior. No es una simple parte de la
Naturaleza y de los seres y lugares que esta contiene, sino que puede
distanciarse de ella, trascenderla, usarla como medio y como fuente de
recursos. Al mismo tiempo, la peculiaridad corporal humana le convierte en un
ser que necesita modificar su circunstancia material para poder vivir.
b.
Diversos usos de la razón humana En Psicología la inteligencia es definida
como la capacidad de solución de problemas
Más allá de solucionar problemas, se da la
inteligencia como creación de posibilidades. Es inventiva, creadora.
Razón técnica o instrumental que crea las
condiciones de la vida material del ser humano, mediante la transformación de
la naturaleza en un mundo habitable.
·
Triple fin del trabajo y sus dimensiones
-
El hombre usa con su cuerpo objetos adaptados, sacados de
la naturaleza y fabricados, fruto de su invención. El uso de instrumentos y
posteriormente su fabricación, tiene como finalidad la satisfacción de las necesidades humanas. El hombre es un ser
intrínsecamente perfectible que perfecciona el modo de satisfacer sus
necesidades materiales mediante la técnica. Esto se puede definir como trabajo.
-
Triple fin del trabajo:
a)
obtener aquello
que se necesita. Las necesidades humanas no son sólo biológicas, sino también
culturales, educativas, familiares ...
b)
el trabajo organiza
y transforma el medio natural en el cual el hombre vive. Esta
transformación significa una mejora del mundo en cuanto se dota al mundo de
racionalidad, ayudándole a alcanzar sus fines. Pero esa mejora no está
asegurada, podemos estropear el mundo y eso es un problema ético;
c)
el hombre trabajando se
perfecciona a sí mismo, adquiere nuevos hábitos, hace nuevos
descubrimientos, fortalece su capacidad, su preparación, su experiencia, sus
conocimientos, adquiere una profesión.
·
Dimensiones del trabajo:
a)
Dimensión objetiva, producción de recursos: la
cualificación profesional es importante para el trabajador, pues el valor de su
producto beneficia a los demás y revierte sobre él. Trabajar bien es contribuir
al progreso social, a la mejora de las condiciones de vida de los usuarios y de
uno mismo. El trabajo es la mejor contribución personal al bien de la sociedad.
b)
Dimensión subjetiva, mejoramiento personal: lo más
importante del trabajo es el trabajador mismo. Es una de las mejores
contribuciones a la familia y a la sociedad. El trabajo manifiesta y realza la
dignidad de la persona, desarrolla sus capacidades y favorece la convivencia.
El trabajador que pone en su trabajo su libertad, su inteligencia y su esfuerzo
–su misma persona- tiene derecho a que su tarea sea reconocida en justicia. El
trabajo se degrada cuando en lugar de favorecer la convivencia, la deteriora.
c)
Dimensión ecológica o transformación del medio: Mediante el
trabajo el hombre transforma el medio en que vive, la naturaleza. El hombre,
mediante su trabajo, humaniza la naturaleza. Una ciudad es como una casa, se da
pues una humanización que se hace apta para ser habitada.
d)
Dimensión social, configuración de la sociedad: El filósofo Carlos
Marx señaló que las condiciones del capitalismo producen la explotación del
trabajador. La explotación significa que el proletario es privado de su propio
ser: le es arrebatado el producto de su trabajo al venderse, en el mercado, con
un beneficio que no es para él. Así la sociedad está configurada por sus
relaciones de producción y las contradicciones internas de cada sistema
económico: al feudalismo le sigue la burguesía y a ésta el capitalismo, que
provoca la aparición del proletariado. La oposición violenta entre capitalistas
y proletarios es la lucha de clases, que según Marx, debería desembocar en una
sociedad comunista sin clases, pero la evolución de las sociedades capitalistas
ha desmentido la profecía marxista, la riqueza en lugar de concentrarse en
pocas manos se ha repartido considerablemente. El proletariado en lugar de
crecer y empobrecerse hasta lo insoportable ha evolucionado hacia una gran
clase media. El Comunismo no triunfó en ningún país como resultado de la lucha
de clases, sino por imposición militar en países no capitalistas.
e)
Dimensión económica, esto es, el cumplimiento de la satisfacción
de necesidades, para el desarrollo armónico del resto de actividades
humanas:
a.
Las necesidades corporales
b.
Determinar la conducta de un modo libre e inteligente
c.
El Hombre tiene más necesidades que recursos para
satisfacerlas, alimentación, vestido, vivienda
fragmento escrivaworks.org Conversaciones pto
87 y voz Trabajo/trabajo de la mujer
·
La Técnica
1. Creación artística
Los seres humanos estamos hechos para la
belleza, no sólo para el alimento, el trabajo, el descanso, el conocimiento o
el lenguaje. También para la belleza. Buscamos siempre y sobre todo el amor. La
llamada de la belleza no es una urgencia fisiológica, ni tiene valor biológico
de supervivencia. Está estrechamente relacionada con la aspiración humana ala
plenitud. La experiencia estética tanto en la creación artística como en la
contemplación de la belleza tiene un alto valor ético y pedagógico, pues nos
enseña y nos hace mejores. Por eso la belleza y el amor serán los objetos
primeros del filosofar.
La Belleza:
No se puede
entender de verdad el amor si no se entiende que su objeto es bello y hermoso.
a.
Lo bello se contrapone a útil, pues es lo que sirve de
medio para un fin, lo instrumental. Un ser bello, en cambio es valioso por sí
mismo, no es para otra cosa, sino que es su propio fin: “lo bello es lo por sí
mismo preferible”, “lo que nos capta por su propio valor y nos atrae por su
dignidad”
b.
Bello es aquello que tiene orden y armonía interiores,
aquello cuya forma es proporcionada, cuyas partes están bien dispuestas unas
respecto de otras.
c.
Bello es lo perfecto, lo acabado, aquello a lo que no le
falta nada, lo que tiene plenitud interior, lo que posee excelencia.
-
Objetividad y subjetividad del arte:
En las teorías
del arte hay unas que ponen su acento en la contemplación del artista, mientras
que otras quieren hacerlo totalmente independiente de él y centrarse sobre la
obra de arte.
a.
Representativismo artístico: se funda en la idea del arte
como imitación de la naturaleza, pero interpretando esta condición en un
sentido objetivista o de copia.
b.
Formalismo artístico: también es una teoría objetivista
del arte, pero se prescinde del contenido representativo del objeto de arte para
quedarse con su mera forma. Sólo importa su forma.
c.
Simbolismo entiende que la obra de arte es comunicativa o
expresiva de los sentimientos del autor y está destinada a provocar
determinadas emociones en el contemplador (Por ej. Picasso en el Guernica quiere
transmitir la idea de destrucción y sentimiento de la angustia).
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