Antropología Filosófica
Tema 1: Antropología filosófica. La persona
Recursos:
Apuntes Introducción
INTEF recursos: Relación del
hombre consigo
mismo Actividad INTEF Ruta
10
Referencia Bibliográfica:Antropología breve, Juan Manuel
Burgos, ediciones Palabra, colección Albatros, 2010 / Fundamentos de Antropología, Yepes
y Aranguren, EUNSA 1998
Introducción: La antropología filosófica
La Antropología se dedica al estudio del ser humano. La antropología filosófica estudia al hombre desde un punto de vista filosófico, siempre teniendo como centro de interés la
persona.
La pregunta sobre el hombre es una constante universal, todo hombre, toda mujer se
pregunta
sobre
sí mismo ¿quién soy yo? ¿de dónde vengo? ¿qué significa ser libre? ¿qué sucede al morir? Responder
a estas
preguntas es donde
se apoya la existencia humana.
Hoy día más que nunca es necesario poner los fundamentos ontológico-antropológicos de la especial dignidad de la persona humana respecto al resto de la
creación; aprender a buscar las razones de las cosas y a dar argumentos de modo de
modo convincente, aportando, por supuesto, experiencias de
la vida cotidiana.
La Antropología procura dar respuesta a todo esto, desde una dimensión explicativa, que dará paso a entender, no solo a describir qué pasa. Comprender y relacionar, llegar al fondo
de las
cosas.
Antropología filosófica porque se pregunta el por qué y no solo el cómo, como lo harían la psicología, la sociología o la
antropología cultural.
Otra dimensión la ontológica presenta el estudio de la persona como un ser subsistente
que permanece en los cambios y no solo es colección de sensaciones o fenómenos que
se continúan, como diría
Hume,
por ej.
El estudio sobre la persona se hará, desde esta perspectiva personalista, de un modo
integrador en todos sus aspectos, biológico, psicológico, sociológico, espiritual.
Aunque no faltan visiones reduccionistas propias de una época de relativismo, de escepticismo, de ausencia de valores, etc. Los principios democráticos mal aplicados
están
llevando a una deshumanización del ser humano, a una ausencia total
de respeto por la verdad y por la vida. Y todo ello
mezclado con un ingrediente común: la ignorancia.
Factor bueno, sin embrago, es que el ser humano siempre es recuperable y
susceptible de ser sacado de la ignorancia, pero para ello es necesario enseñarles a
pensar según la estructura de la lógica humana, para que descubran la verdadera dignidad del ser humano. Esta es la misión de la Filosofía,
es su vocación central:
contribuir a una mayor humanización. Desde siempre, los mejores filósofos han
sostenido que de nada serviría la filosofía, su historia, sus métodos y sus definiciones, si no puede decir
nada al ser humano concreto, a cada uno de nosotros. Si la filosofía no sirve
para la vida,
no sirve para
nada.
Serán de utilidad las referencias que sobre la persona hace
la fe católica. Como dice S. Juan Pablo II en la Encíclica Razón y Fe: “La Iglesia, por su parte, aprecia el esfuerzo de la razón por alcanzar los objetivos que hagan cada vez más digna la existencia personal. Ella ve en la Filosofía el camino para conocer verdades fundamentales relativas a la existencia del hombre. Al mismo tiempo, considera a
la filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar
la verdad del Evangelio a cuantos aún no la conocen”[1]
Fundamentación metafísica de la persona
La Persona es sujeto de derechos y
deberes, se es persona cuando se es alguien, no algo. Alguien para otra persona
(relacionalidad).
Para encontrar el origen de la
definición de persona hay que situarse en los primeros siglos de cristianismo,
donde se están definiendo temas teológicos en contra de las herejías. Es Boecio
(480-525) el que da una primera y buena definición a comienzos de la Edad
Media: Persona es la sustancia individual
de naturaleza racional. En esta definición se aportan aspectos esenciales
del ser humano:
-
Sustancialidad, la persona subsiste a través
de los cambios y modificaciones.
-
Individualidad, es una realidad única y
determinada. Cada persona es distinta y diferente.
-
Naturaleza racional, la persona pertenece a una clase específica
de sustancia, la que tiene inteligencia.
Pero, aún
siendo buena esta definición, es incompleta, pues no se hace referencia en ella
a la libertad, la conciencia, las relaciones interpersonales o el yo.
Más avanzado en el tiempo, en el siglo
XX Jaques Maritain, en el inicio de una concepción personalista, dirá: “Cuando
decimos que el hombre es persona, no queremos decir solo que es un individuo,
como lo es un átomo, una espiga de trigo, una mosca o un elefante. El hombre es
un individuo que se rige con la inteligencia y con la voluntad, no existe solo
en modo físico, sino que sobreexiste espiritualmente en conocimiento y en amor … la persona existe “desde el útero
al sepulcro” por obra de la existencia misma de su alma que domina el tiempo y
la muerte. Es el espíritu la raíz de la personalidad.”[2]
Es ahora J.M. Burgos quien concreta
algo más la definición, desde la perspectiva personalista, “La persona es un
ser digno en sí mismo pero necesita entregarse a los demás para lograr su
perfección, es dinámico y activo, capaz de transformar el mundo y de alcanzar
la verdad, es espiritual y corporal, poseedor de una libertad que le permite
autodeterminarse y decidir en parte no solo su futuro, sino su modo de ser,
está enraizado en el mundo de la afectividad y es portador y está destinado a
un fin trascendente.”[3]
Principales características de
la persona:
-
Sustancialidad
Subsistente: permanece a través de los cambios. La persona es siempre la
misma, aunque cambie el mundo a su alrededor y ella misma cambie.
-
Intimidad
– Subjetividad: la persona no es una cosa, sino un quien, un alguien, una
realidad muy profunda con una gran riqueza interior que se manifiesta y se
ejercita a través de sus cualidades específicas, la sensibilidad, los afectos y
sentimientos, la conciencia de sí. La intimidad indica un dentro que sólo conoce uno mismo. Tener interioridad, un mundo
interior abierto para mí y oculto para los demás.
-
Alguien
corporal (espacio y tiempo), Es alma
con un cuerpo personal que se
manifiesta de modo único. No es un ser puramente espiritual, sino localizado y
herido por el tiempo. La persona se mueve en un espacio físico, geográfico y
humano que le resulta necesario para vivir y le condiciona. Por otro lado se
considera a la persona como un ser temporal, dinámico y proyectivo, no
estático. Se sitúa siempre frente al tiempo del que dispone en una lucha
constante y paradójica (busca retenerlo mediante la memoria del pasado y quiere
anticipar su futuro para poder decidir
su destino y ejercitar el dominio de sí. La muerte siempre llega y el tiempo sale
vencedor, pero el anhelo de inmortalidad exige una respuesta).
La persona
manifiesta su intimidad puede mostrarse a sí misma y expresar lo que lleva
dentro, a través del cuerpo, el lenguaje y la acción. Con la palabra y el acto
nos insertamos en el mundo humano. A la manifestación de la persona en sociedad
se llama cultura. La persona expresa
su intimidad a través del cuerpo, sobre todo del rostro, muy en concreto de la mirada. A través del hablar, lo que pienso se hace público.
Por otra parte el cuerpo es parte importante de la persona, hay una tendencia
espontánea a proteger su intimidad de miradas extrañas, el hombre se viste, para proteger su indigencia
corporal del medio exterior y también porque su cuerpo forma parte de su
intimidad y no está disponible para cualquiera. El vestido protege la intimidad
del anonimato, al vestirme me distingo de los otros, dejo bien claro quién soy.
-
Ser
abierto y trascendente , aunque la persona tiene una vida propia,
personal e intransferible, no es un ser cerrado, sino abierto que necesita
trascender y salir de sí. En este sentido, la persona humana es efusiva, capaz de sacar de sí lo que
tiene para dar o regalar. Especialmente se ve en su capacidad de amar, es el
darse esencial del amante al amado, quien se guarda, quien no se da, no está
amando. Para que haya posibilidad de dar,
es necesario que haya capacidad de aceptar, que alguien se quede con lo que
damos. Si no, no hay dar sólo dejar.
El hombre se relaciona con la realidad en tres
niveles fundamentales, las cosas, las relaciones interpersonales y Dios. Va más
allá de sí misma, se trasciende. De ahí
que es capaz de dialogar con otra intimidad, dar lleva al
intercambio inteligente de la palabra,
de la riqueza interior de cada uno de los que se da. Una persona sola no puede
ni manifestarse, ni darse, ni dialogar, se frustraría.
-
Hombre y
mujer, hay que decir que al hablar de persona, nos situamos en un cierto
nivel de abstracción, puesto que en realidad existen dos tipos o modos de
persona humana, el hombre y la mujer. No existen personas humanas en abstracto,
sino personas humanas masculinas y personas humanas femeninas. Son
esencialmente iguales, no seres distintos, pero el modo de ser es distinto en
sus manifestaciones concretas. La sensibilidad, la psicología, la inteligencia
y la afectividad recorren caminos distintos en el hombre y en la mujer y
enriquecen así el mundo de ser personal.
La dignidad de la persona humana:
Las
características de la persona, vistas anteriormente, apuntan a tomar conciencia de que el hombre y la mujer
son seres especialísimos por la perfección intrínseca que poseen y que les
coloca por encima y en otro plano del resto de los seres de la naturaleza. Esa
perfección se refiere a la dignidad.
La persona es el ser digno por excelencia por encima del cosmos, la materia,
las plantas y los animales porque la persona humana los supera de modo radical
ya que se sitúa en un plano distinto y superior, el de la personalidad y el
espíritu.
-
La perfección de la persona es intrínseca y
constitutiva, es decir depende de la existencia y características esenciales de
su ser. Se es persona radicalmente, no más o menos persona. Consecuentemente
los planteamientos del aborto o la eutanasia que limitan la condición de la
persona y la correspondiente dignidad a la posesión efectiva de algunas
cualidades físicas o psíquicas, son incorrectos.
-
La dignidad de la persona hace que sea un
valor en sí misma y no pueda ser instrumentalizada. Por el mismo hecho de ser
persona o de existir hace que tenga valor por sí misma. Nadie puede servirse de
la persona y utilizarla como medio, porque sería considerada, en ese caso, como
cosa.
-
El valor de la persona es absoluto, que significa
que es superior a cualquier aspecto de la naturaleza o los animales. Su valor
no es manipulable ni sustituible por nada.
-
La persona es digna porque tiene libertad. La
persona no está determinada. No hay necesidad de nuestros actos, la persona
percibe su responsabilidad. Hasta la indecisión y la duda indican libertad. Hay
una radical apertura del hombre a la realidad (libertad fundamental) y además
tiene una capacidad de autodeterminación, que en un primer nivel es libertad
psicológica, en la libertad moral hay ya autodeterminación al bien. La libertad
humana es finita porque se tiene cuerpo, aunque tienda a ir siempre a más y
mejor.
-
La dignidad de la persona es el fundamento de
los derechos humanos, o derechos fundamentales por el mero hecho de ser persona.
Por una parte de modo subjetivo la persona tiene libertad social (libertad
religiosa, libertad de expresión, derecho a la intimidad entre otros). Entra
aquí el Bien Común. Esos derechos son eso, derechos, pero no son concesiones
del Estado. Al Estado corresponde promover las condiciones adecuadas para que
la persona pueda ejercitar sus derechos de modo eficaz.
-
La dignidad de la persona hace que cada hombre
y cada mujer sean irrepetibles e insustituibles. Cada persona tiene un valor
irrepetible independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, etc.
-
La dignidad de la persona está históricamente
ligada al cristianismo, puesto que los cristianos fueron los primeros que
afirmaron la radical y total igualdad de todos los hombres. La dignidad intrínseca
de cada persona, independientemente de su sexo, cultura, valor, riqueza, se
ipuso inicialmente gracias al cristianismo.[4]