30 de junio de 2017

Tema 1 Antropología - persona



Antropología Filosófica

Tema 1: Antropología filosófica. La persona

Recursos:
Apuntes Introducción

INTEF recursos: Relación del hombre consigo mismo Actividad INTEF Ruta 10



Referencia Bibliográfica:Antropología breve, Juan Manuel Burgos, ediciones Palabra, colección Albatros, 2010 / Fundamentos de Antropología, Yepes y Aranguren, EUNSA 1998



Introducción: La antropología filosófica

La Antropología se dedica al estudio del ser humano. La antropología filosófica estudia al hombre desde un punto de vista filosófico, siempre teniendo como centro de interés la persona.

La pregunta sobre el hombre es una constante universal, todo hombre, toda mujer se pregunta sobre sí mismo ¿quién soy yo? ¿de dónde vengo? ¿qué significa ser libre? ¿qué sucede al morir? Responder a estas preguntas es donde se apoya la existencia humana.

Hoy día más que nunca es necesario poner los fundamentos ontológico-antropológicos de la especial dignidad de la persona humana respecto al resto de la creación; aprender a buscar las razones de las cosas y a dar argumentos de modo de modo convincente, aportando, por supuesto, experiencias de la vida cotidiana.

La Antropología procura dar respuesta a todo esto, desde una dimensión explicativa, que dará paso a entender, no solo a describir qué pasa. Comprender y relacionar, llegar al fondo de las cosas.

Antropología filosófica porque se pregunta el por qué y no solo el cómo, como lo harían la psicología, la sociología o la antropología cultural.

Otra dimensión la ontológica presenta el estudio de la persona como un ser subsistente que permanece en los cambios y no solo es colección de sensaciones o fenómenos que se continúan, como diría Hume, por ej.

El estudio sobre la persona se hará, desde esta perspectiva personalista, de un modo integrador en todos sus aspectos, biológico, psicológico, sociológico, espiritual.

Aunque no faltan visiones reduccionistas propias de una época de relativismo, de escepticismo, de ausencia de valores, etc. Los principios democráticos mal aplicados están llevando a una deshumanización del ser humano, a una ausencia total de respeto por la verdad y por la vida. Y todo ello mezclado con un ingrediente común: la ignorancia.

Factor bueno, sin embrago, es que el ser humano siempre es recuperable y susceptible de ser sacado de la ignorancia, pero para ello es necesario enseñarles a pensar según la estructura de la gica humana, para que descubran la verdadera dignidad del ser humano. Esta es la misión de la Filosofía, es su vocación central: contribuir a una mayor humanización. Desde siempre, los mejores filósofos han sostenido que de nada serviría la filosofía, su historia, sus métodos y sus definiciones, si no puede decir nada al ser humano concreto, a cada uno de nosotros. Si la filosofía no sirve para la vida, no sirve para nada.

Serán de utilidad las referencias que sobre la persona hace la fe católica. Como dice S. Juan Pablo II en la Encíclica Razón y Fe: La Iglesia, por su parte, aprecia el esfuerzo de la razón por alcanzar los objetivos que hagan cada vez más digna la existencia personal. Ella ve en la Filosofía el camino para conocer verdades fundamentales relativas a la existencia del hombre. Al mismo tiempo, considera a la filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del Evangelio a cuantos aún no la conocen”[1]

Fundamentación metafísica de la persona

La Persona es sujeto de derechos y deberes, se es persona cuando se es alguien, no algo. Alguien para otra persona (relacionalidad).
Para encontrar el origen de la definición de persona hay que situarse en los primeros siglos de cristianismo, donde se están definiendo temas teológicos en contra de las herejías. Es Boecio (480-525) el que da una primera y buena definición a comienzos de la Edad Media: Persona es la sustancia individual de naturaleza racional. En esta definición se aportan aspectos esenciales del ser humano:
-          Sustancialidad, la persona subsiste a través de los cambios y modificaciones.
-          Individualidad, es una realidad única y determinada. Cada persona es distinta y diferente.
-          Naturaleza racional,  la persona pertenece a una clase específica de sustancia, la que tiene inteligencia.
Pero, aún siendo buena esta definición, es incompleta, pues no se hace referencia en ella a la libertad, la conciencia, las relaciones interpersonales o el yo.
Más avanzado en el tiempo, en el siglo XX Jaques Maritain, en el inicio de una concepción personalista, dirá: “Cuando decimos que el hombre es persona, no queremos decir solo que es un individuo, como lo es un átomo, una espiga de trigo, una mosca o un elefante. El hombre es un individuo que se rige con la inteligencia y con la voluntad, no existe solo en modo físico, sino que sobreexiste espiritualmente en conocimiento  y en amor … la persona existe “desde el útero al sepulcro” por obra de la existencia misma de su alma que domina el tiempo y la muerte. Es el espíritu la raíz de la personalidad.”[2]
Es ahora J.M. Burgos quien concreta algo más la definición, desde la perspectiva personalista, “La persona es un ser digno en sí mismo pero necesita entregarse a los demás para lograr su perfección, es dinámico y activo, capaz de transformar el mundo y de alcanzar la verdad, es espiritual y corporal, poseedor de una libertad que le permite autodeterminarse y decidir en parte no solo su futuro, sino su modo de ser, está enraizado en el mundo de la afectividad y es portador y está destinado a un fin trascendente.”[3]
Principales características de la persona:
-          Sustancialidad Subsistente: permanece a través de los cambios. La persona es siempre la misma, aunque cambie el mundo a su alrededor y ella misma cambie.

-          Intimidad – Subjetividad: la persona no es una cosa, sino un quien, un alguien, una realidad muy profunda con una gran riqueza interior que se manifiesta y se ejercita a través de sus cualidades específicas, la sensibilidad, los afectos y sentimientos, la conciencia de sí. La intimidad indica un dentro que sólo conoce uno mismo. Tener interioridad, un mundo interior abierto para mí y oculto para los demás.

-          Alguien corporal (espacio y tiempo), Es alma con un cuerpo personal que se manifiesta de modo único. No es un ser puramente espiritual, sino localizado y herido por el tiempo. La persona se mueve en un espacio físico, geográfico y humano que le resulta necesario para vivir y le condiciona. Por otro lado se considera a la persona como un ser temporal, dinámico y proyectivo, no estático. Se sitúa siempre frente al tiempo del que dispone en una lucha constante y paradójica (busca retenerlo mediante la memoria del pasado y quiere anticipar su futuro para poder  decidir su destino y ejercitar el dominio de sí. La muerte siempre llega y el tiempo sale vencedor, pero el anhelo de inmortalidad exige una respuesta).
La persona manifiesta su intimidad puede mostrarse a sí misma y expresar lo que lleva dentro, a través del cuerpo, el lenguaje y la acción. Con la palabra y el acto nos insertamos en el mundo humano. A la manifestación de la persona en sociedad se llama cultura. La persona expresa su intimidad a través del cuerpo, sobre todo del rostro, muy en concreto de la mirada. A través del hablar, lo que pienso se hace público. Por otra parte el cuerpo es parte importante de la persona, hay una tendencia espontánea a proteger su intimidad de miradas extrañas, el hombre se viste, para proteger su indigencia corporal del medio exterior y también porque su cuerpo forma parte de su intimidad y no está disponible para cualquiera. El vestido protege la intimidad del anonimato, al vestirme me distingo de los otros, dejo bien claro quién soy.  

-          Ser abierto y trascendente , aunque la persona tiene una vida propia, personal e intransferible, no es un ser cerrado, sino abierto que necesita trascender y salir de sí. En este sentido, la persona humana es efusiva, capaz de sacar de sí lo que tiene para dar o regalar. Especialmente se ve en su capacidad de amar, es el darse esencial del amante al amado, quien se guarda, quien no se da, no está amando. Para que haya posibilidad de  dar, es necesario que haya capacidad de aceptar, que alguien se quede con lo que damos. Si no, no hay dar sólo dejar.
El hombre se relaciona con la realidad en tres niveles fundamentales, las cosas, las relaciones interpersonales y Dios. Va más allá de sí  misma, se trasciende. De ahí que es capaz de dialogar con otra intimidad, dar lleva al intercambio inteligente de la  palabra, de la riqueza interior de cada uno de los que se da. Una persona sola no puede ni manifestarse, ni darse, ni dialogar, se frustraría.

-          Hombre y mujer, hay que decir que al hablar de persona, nos situamos en un cierto nivel de abstracción, puesto que en realidad existen dos tipos o modos de persona humana, el hombre y la mujer. No existen personas humanas en abstracto, sino personas humanas masculinas y personas humanas femeninas. Son esencialmente iguales, no seres distintos, pero el modo de ser es distinto en sus manifestaciones concretas. La sensibilidad, la psicología, la inteligencia y la afectividad recorren caminos distintos en el hombre y en la mujer y enriquecen así el mundo de ser personal.

La dignidad  de la persona humana:
Las características de la persona, vistas anteriormente, apuntan a  tomar conciencia de que el hombre y la mujer son seres especialísimos por la perfección intrínseca que poseen y que les coloca por encima y en otro plano del resto de los seres de la naturaleza. Esa perfección se refiere a la dignidad. La persona es el ser digno por excelencia por encima del cosmos, la materia, las plantas y los animales porque la persona humana los supera de modo radical ya que se sitúa en un plano distinto y superior, el de la personalidad y el espíritu.

-          La perfección de la persona es intrínseca y constitutiva, es decir depende de la existencia y características esenciales de su ser. Se es persona radicalmente, no más o menos persona. Consecuentemente los planteamientos del aborto o la eutanasia que limitan la condición de la persona y la correspondiente dignidad a la posesión efectiva de algunas cualidades físicas o psíquicas, son incorrectos.
-          La dignidad de la persona hace que sea un valor en sí misma y no pueda ser instrumentalizada. Por el mismo hecho de ser persona o de existir hace que tenga valor por sí misma. Nadie puede servirse de la persona y utilizarla como medio, porque sería considerada, en ese caso, como cosa.
-          El valor de la persona es absoluto, que significa que es superior a cualquier aspecto de la naturaleza o los animales. Su valor no es manipulable ni sustituible por nada.
-          La persona es digna porque tiene libertad. La persona no está determinada. No hay necesidad de nuestros actos, la persona percibe su responsabilidad. Hasta la indecisión y la duda indican libertad. Hay una radical apertura del hombre a la realidad (libertad fundamental) y además tiene una capacidad de autodeterminación, que en un primer nivel es libertad psicológica, en la libertad moral hay ya autodeterminación al bien. La libertad humana es finita porque se tiene cuerpo, aunque tienda a ir siempre a más y mejor.
-          La dignidad de la persona es el fundamento de los derechos humanos, o derechos fundamentales por el mero hecho de ser persona. Por una parte de modo subjetivo la persona tiene libertad social (libertad religiosa, libertad de expresión, derecho a la intimidad entre otros). Entra aquí el Bien Común. Esos derechos son eso, derechos, pero no son concesiones del Estado. Al Estado corresponde promover las condiciones adecuadas para que la persona pueda ejercitar sus derechos de modo eficaz.
-          La dignidad de la persona hace que cada hombre y cada mujer sean irrepetibles e insustituibles. Cada persona tiene un valor irrepetible independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, etc.
-          La dignidad de la persona está históricamente ligada al cristianismo, puesto que los cristianos fueron los primeros que afirmaron la radical y total igualdad de todos los hombres. La dignidad intrínseca de cada persona, independientemente de su sexo, cultura, valor, riqueza, se ipuso inicialmente gracias al cristianismo.[4]




































[1] Juan Pablo II, Fides et ratio, nº 5

[2]  Jaques Maritain, citado en Antropología breve,pg 14 JM Burgos, ediciones Palabra 2010
[3] Antropología breve,pp 14-15 JM Burgos, ediciones Palabra 2010
[4]  Cfr. Antropología breve,pp 15-22, JM Burgos, ediciones Palabra 2010