20 de junio de 2017

Tema 4 - Sensibilidad externa e interna. La afectividad

Antropología Filosófica
Tema 4: Sensibilidad, tendencias y afectividad
Recursos:  Presentación Base biológica de la Percepción
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Referencias bibliográficas: Antropología breve, J.M. Burgos, ed Palabra, 2010, cap 2

Yepes-Aranguren, Fundamentos de Antropología, cap 3

Moda: ¡Quién te viste y quién te ve!, Ana Sánchez de la Nieta, Ed Palabra


1.     La Sensibilidad y las funciones sensitivas:[1]


El conocimiento sensible. Sentidos externos e internos
La sensibilidad es el conjunto de órganos y funciones que posibilitan el conocimiento sensible y está compuesta por los sentidos externos y los sentidos internos. Los sentidos son “ventanas” de la inteligencia.  La característica de este tipo de conocimiento es que nos proporciona ciertos datos singulares  y concretos sobre las cosas materiales: éste árbol, aquella mesa, ese libro, etc. Es decir, lo particular y sensible de las cosas materiales.

El conocimiento sensible corresponde al nivel inferior de conocimiento, que comparte con los animales,  pero este no se queda ahí. La persona tiene como estructura:

Nivel
Conocimiento
Tendencia

Superior: Espiritual


Inteligencia
Voluntad

Inferior: Psíquico
Percepción
Sentidos 
Memoria
Imaginación
Afectividad
   Sentimientos
   Emociones
    Pasiones
Material: Corporal
Cuerpo
Instintos


La actividad cognoscitiva comienza por los sentidos externos, cuyo acto es la sensación. Esta actividad se continúa en los sentidos internos, cuyos actos son la percepción, la imaginación, la estimación y la memoria.

1º) Sentidos externos (vista, oído, olfato, gusto, tacto) parten de la realidad sensible, de la experiencia concreta de un objeto o cosa. Captan lo material, concreto e individual de cada una: propiedades como el color, el sonido, el olor, el tamaño o la temperatura. Requieren un estímulo externo: luz, sonido, contacto físico …

La sensación: Capta cualidades sensibles o accidentes particulares de los cuerpos, pero no la naturaleza, esencia o totalidad de ellos. Son, por así decirlo, aspectos de estos cuerpos que impresionan nuestros sentidos externos, el ruido de un motor, el azul del cielo, etc. Estas cualidades son captadas por un receptor especializado, que es el sentido externo respectivo (vista para el color, oído para el sonido, gusto para el sabor y tacto para las características físicas del propio cuerpo o de otro). Así pues los sentidos conocen objetos adecuados a su naturaleza, a los sentidos externos corresponden los Sensibles propios:    A cada sentido externo corresponde un tipo de estímulo, luz y color a la vista, olor al olfato, ondas sonoras al oído, etc.

La entrada de los estímulos se da a través de los umbrales. Se denomina umbral a la cantidad o intensidad de estímulo necesaria para que se produzca una sensación
·         Umbral mínimo: cantidad más pequeña necesaria para que se produzca una sensación
·         Umbral diferencial: cantidad de estimulación que hay que añadir al estímulo inicial para que se capte una variación en la sensación
·         Umbral máximo: intensidad mayor que se puede captar

2º) Sentidos internos (imaginación, memoria, sentido común, estimativa) retienen y ordenan los datos de los sentidos externos sin necesidad del estímulo externo. Así la memoria almacena y sitúa en el espacio y el tiempo las sensaciones; el sentido común las unifica; la imaginación las combina de forma creativa y la estimativa valora lo conocido en función de las necesidades vitales y se encarga de presentar a la inteligencia la imagen conocida en cuanto que inmaterial, lo inmaterial de lo material.
La Percepción:
La percepción se encuentra entre las facultades de conocimiento sensible, pero no es un sentido, sino un tipo de conocimiento. Es un proceso sensocognitivo que nos representa un objeto de una forma global y unitaria.
Comienza por la Sensación: es acto aislado e indivisible que compone un acto de percepción.  Es, además, toma de contacto entre sujeto cognoscente y objeto conocido a través de los sentidos externos. Por otra parte los sentidos internos realizan la percepción relacionando y uniendo o distinguiendo los datos de los sentidos externos. En definitiva la sensación es la captación de una cualidad como respuesta a un estímulo. Los Sensibles comunes corresponden a los sentidos internos que pueden captar varios tipos de estímulos.
La percepción es estudiada de una doble manera, con un método experimental en su base biológica, que veremos más adelante y en  segundo lugar, de modo introspectivo en el estudio psicológico como hecho de conocimiento, que vemos a continuación.
- En sentido introspectivo o psicológico la percepción estudia la sinceridad de su conocimiento y tiene como ELEMENTOS:
·         Atención: es la disposición general para percibir
·         Acto perceptivo:
          Estímulo: es la energía que excita los órganos sensoriales y por los que se da la captación de la realidad externa
          Respuesta perceptiva: se constituye en la experiencia como campo organizado de formas –leyes de la percepción- y la dimensión dinámica de la conciencia que se apoya en el tiempo –percepciones anteriores- y en el grado de inteligencia.
          En el acto perceptivo hay que tener en cuenta que el que siente es el sujeto, no el sentido. Siente algo distinto del sentir, las cosas, los procesos y su interacción con ellos.

 Se rige por las Leyes perceptivas y hay errores perceptivos o ilusiones: Veremos aquí la postura de la psicología de la forma o Escuela de la Gestalt
Según esta escuela   se percibe una forma   o figura en una totalidad percibida                                   
La Memoria e Imaginación (Procesamiento de la Información)
Los seres humanos son capaces de elaborar la información tomada del entorno y devolver al entorno esa información. Se concibe al sujeto humano como buscador activo de información.
          La memoria: Es la facultad cognoscitiva que sirve para traer al presente imágenes del pasado como pasado, no hay memoria del futuro. Constituye la base del aprendizaje.
          Metáfora mente-ordenador: el estudio cognitivo[2] del aprendizaje nace presidido por la metáfora del ordenador comparado con la mente humana. La concepción del ser humano que se desprende de esta metáfora es la de un ser con capacidad de recoger información del medio, procesarla y tomar decisiones basadas en algún tipo de cómputo. Esta metáfora supone una analogía funcional, no física.
          Según la psicología cognitiva la memoria adquiere una importancia grande en el estudio de la mente.
-       Memoria como multialmacén: Basado en la comparación del hombre con el ordenador, se formula una comparación acerca de la memoria humana y, en general sobre la adquisición del conocimiento, entendida como multialmacén: existe una serie de fases en la adquisición de la información, que permanecería durante un tiempo en un determinado almacén correspondiente a cada fase:
-       Memoria sensitiva: (1ª impresión de información similar a cámara de fotos o apertura del diafragma)
. icónica (visual)
. eóica (auditiva)
·         Memoria a corto plazo: tiene capacidad limitada (oscila entre 7 elementos y 20 o 30 segundos) Su papel es importante porque lo que no se retiene en la memoria a corto plazo se pierde. Para lograr que lo que se capta por la MCP –memoria a corto plazo- pase a formar parte del bagaje de conocimiento hay que utilizar estrategias, como agrupar información para que ocupe menos epacio.
·         Memoria a largo plazo: no posee límites ni en su duración ni en su capacidad. Contiene toda la información que hemos ido almacenando a lo largo de nuestra vida, aunque conviene distinguir entre la memoria inmediata o la que requiere proceso de búsqueda.
Memoria e identidad personal[3]
Además de la función habitual de archivo de la información, la memoria tiene otra más importante, la formación y constitución de la identidad personal del sujeto. La persona decide qué sector de la información va a almacenar en su interior y, por tanto, va a constituir su subjetividad y ser un punto de referencia de sus actividades futuras. La atención a lo que nos gusta o nos interesa hace que se grabe de manera inmediata en nuestra memoria, mientras que lo que no nos atrae no deja huella en el interior. De este modo, el esfuerzo voluntario por aprender desarrolla nuestra memoria y ofrece más recursos intelectuales y experimentales a lo largo de nuestra vida.
Los sucesos traumáticos ponen de relieve el papel de la memoria, tanto física como afectivamente. La memoria anula lo que no asimilamos conscientemente y tiende a recordar  lo agradable (la memoria es optimista suele decirse).

Pero en la memoria no solo encontramos objetos o experiencias, sino a nosotros mismos. Si no tuviésemos memoria no sabríamos quiénes somos ni de donde procedemos. Como el hombre es un ser temporal proyectado hacia el futuro y que huye del pasado, necesita de la memoria para recuperar lo que deja atrás y así establecer un diálogo con lo que fuimos y, en cierto modo, continuamos siendo.

          Imaginación: Es una facultad humana diferencial en relación al animal. Consiste en la capacidad de reproducir imágenes (en colaboración con la memoria) y sobre todo de modificar o crear otras nuevas con espontaneidad.
Funciones de la imaginación son:
-       Reproductora: Reproduce imágenes de la realidad, suele ser fiel a ella, aunque a veces introduce elementos propios
-       Creadora: crea, inventa o anticipa nuevas imágenes. Recrea un mundo fantástico diferente al real, pero siempre se basa en datos de la realidad percibida.

2.     Tendencias y afectividad:

Las tendencias sensibles en los animales y en el hombre se dirigen a satisfacer las necesidades más básicas de la conservación y la reproducción, son instintos y se dividen en dos grandes tipos: los deseos y los impulsos (que son el origen de la conducta).

Las tendencias sensibles en el animal que ocupa un hábitat determinado y en él encuentra  una serie de dificultades y peligros, pero también encuentran todas las facilidades y recursos para vivir. Esto quiere decir que el animal está de manera innata, en posesión de las aptitudes necesarias para defender su vida y la de la especie, lo que marca la vida del animal es el instinto.
Las tendencias sensibles en el hombre como un ser vivo, igual que el animal, tiene una posición ante la naturaleza  exactamente la misma que la del animal, en torno a  lo que le sirve para la satisfacción de sus propias necesidades. Pero lo que ya no es igual a los animales son los instrumentos específicos de su naturaleza de los que está dotado para la búsqueda de la satisfacción de esas necesidades (comida, casa, vestido....) y, por lo tanto, tampoco es igual la forma de responder ante las incitaciones del medio.  A diferencia del animal, el peso del instinto en el ser humano es menor; gracias a su inteligencia el hombre posee la capacidad de adaptarse a las nuevas situaciones sirviéndose del saber anteriormente adquirido. En el ser humano las tendencias sensibles acompañan a la tendencia racional, la voluntad.
El hombre no se limita a la satisfacción de los instintos de conservación y reproducción, sino que añade unas finalidades más altas de tipo artístico, cultural, moral o religioso que explican su actuación. Se especifican las tendencias en los seres humanos en relación a la afectividad.
1.      La Afectividad:
Pasamos ahora a ocuparnos de otro nivel de la realidad humana, aquel  en el que se da una curiosa mezcla entre intelecto-voluntad y  que se concreta en la afectividad.
La afectividad humana es tan importante que los clásicos la tenían por una parte del alma, distinta a la sensibilidad y a la razón, y no siempre en sintonía con ellas. Es una zona intermedia en la que se une lo sensible y lo intelectual, y en la cual se comprueba que el ser humano es verdaderamente unidad de cuerpo y alma.
Los componentes de la afectividad son tres:
-          Sentimientos: la forma habitual de darse la afectividad es a través de los sentimientos, que son estados subjetivos difusos que tienen siempre una tonalidad positiva o negativa (ejemplos son: envidia, amor, amistad, odio, confianza, menosprecio). Son estables y no imprevistos. De poca intensidad y mucha duración.
-          Emociones: Son reacciones súbitas, inesperadas en relación a estados subjetivos concretos. Van acompañados de reacciones fisiológicas o biológicas (sudor, palpitaciones, etc) son más intensos y menos duraderos que los sentimientos, suelen modificar la conducta (ejemplo de emociones son, vergüenza, alegría intensa, miedo, tristeza, rabia, etc)
-          Pasiones: Se relacionan con los dos estados anteriores puesto que tienen la intensidad de la emoción y la duración del sentimiento. Tienden a cambiar la vida intelectual por la afectiva. Son involuntarias y pueden llevar a la pérdida del control de la conducta pues desbordan el dominio de la razón y de la voluntad. Se caracterizan por el acaloramiento, arrebato, arranque, vivir con ardor y vehemencia. Deben estar sometidas a la razón, sin ellas no se puede emprender nada en la vida.
Características generales de los afectos:  
 Son de naturaleza subjetiva, es decir, se experimentan y se viven de forma personal, interior e intransferible. Por ese motivo son difíciles de verbalizar, .... Es más fácil su transmisión mediante gestos (llanto, risa, abrazos, etc.). Característica básica de la afectividad: estado subjetivo, interior, personal, en el que el protagonista es el propio individuo. Es algo experimentado personalmente por el sujeto que vive una serie de afecciones.
Los afectos oscilan generalmente entre dos polos opuestos. Según su naturaleza, pueden moverse entre: agrado-desagrado; alegría-tristeza; atracción-repulsa.
Externamente se plasma en el estado de ánimo de un individuo que es el afecto fundamental o humor dominante.
Como casi todos los sucesos provocan una respuesta afectiva en los seres humanos. A diferencia de otras funciones psíquicas que son vividas menos personalmente, muchos afectos suelen dejar huellas en el psiquismo. Incluso muchas de las afecciones dejan impactos o huellas tan fuertes que persisten en la historia vital del individuo.
Como última característica, en consonancia con todo lo anterior, en los seres humanos los afectos condicionan en muchos casos las relaciones interpersonales. Así, establecemos relaciones de amistad, simpatía, desapego, hostilidad, etc., con las personas que nos rodean.
Valoración de la afectividad
Nos interesa ahora mostrar la importancia de la vida emocional o afectiva en el modo de ser personal. La educación de los afectos es una de las primeras tareas que toda persona humana debe realizar, para que sus sentimientos sean los adecuados.

Captamos la realidad en forma de sensaciones, conceptos y sentimientos. Una parte no pequeña de nuestra conducta y de lo que sucede en nuestro interior está provocada por los sentimientos, conocemos y  disfrutamos –o se nos atraganta- la realidad porque tenemos sentimientos: el amor, la amistad y un buen puñado de movimientos interiores que conforman nuestro estado de ánimo. Para bien o para mal, nada pesa en la vida tanto como ellos. Y esa importancia hace que al animal racional y social también se le pueda llamar, con toda propiedad, animal sentimental.

Se ve la importancia de la vida emocional o afectiva en el modo de ser personal. La educación de los afectos es una de las primeras tareas que toda persona humana debe realizar, para que sus sentimientos sean los adecuados.

 Además, los sentimientos producen valoraciones inmediatas, sobre todo de las personas. Evocan determinados bienes, males, recuerdos, etc. Esta valoración espontánea que el sentimiento provoca predispone la conducta en un sentido u otro. En conexión con esto, los sentimientos refuerzan las convicciones y les dan fuerza: cuando las cosas se sienten, son más nuestras..... Meter pasión a las cosas es llenarlas de sentido, al menos desde un punto de vista biográfico. Quien disfruta con lo que hace, quien lo hace ver, se convierte en alguien atractivo (ejemplo de cualquier trabajo). La razón es que consigue que su vida tenga una unidad muy plena: lo que quiere mi corazón lo quiere mi cuerpo, mi cabeza, todo mi yo. La indiferencia provoca la muerte de lo vivo[4].                                          

Desear que el ser humano no viva sus sentimientos es intentar que el hombre no sea humano, que no viva también desde un punto de vista corpóreo.

Los ánimos son cíclicos y terriblemente cambiantes: las euforias y los desánimos se van sucediendo, sobre todo en los caracteres más sentimentales, desdibujando el dominio de la voluntad. La conducta deja de responder a un criterio racional y depende de cómo nos sintamos. Esto es lo que llamamos “las ganas” (de estudiar, de trabajar, de discutir, de dar explicaciones, etc.).[5]

Las ganas como criterio de conducta no conducen a la excelencia, sino que nos subordinan a lo fácil, a lo que a al larga  (y también pronto) decepciona. Una sociedad sentimental es una sociedad que queda a manos de la casualidad. En ella la gente quiere dejar de ser responsable, mientras navega en la turbia “tentación de la inocencia”, que consiste en responder que no se quería hacer mal cuando por seguir lo que se siente se hace una injusticia a la realidad del mundo. El infantilismo (el miedo a crecer, a tener responsabilidades) es la gran enfermedad de nuestro tiempo[6].

El estado de ánimo es importante, pero no lo más importante. Exagerar la importancia del estado de ánimo conduce a poner como instancia hegemónica de la vida humana el cómo me encuentro, y esto indica ceder el dominio de uno mismo a un sentimiento u otro.

Ante todo lo expuesto la conclusión es clara: lo decisivo es que haya una proporción entre los sentimientos y la realidad. Es necesario evitar las disonancias por exceso (el sentimental) o por defecto (el cerebral). Esto exige no engañarse en el conocimiento de la realidad, que puede ser el origen de las frustraciones: no saber aceptar los propios límites.






[1] Ver Antropología Filosófica, Yepes-Aranguren, cap 1, pp 30 y ss. EUNSA 1998
[2] Cognitivo: psicología cognitiva es el estudio empírico de los procesos mentales superiores (percepción, atención, aprendizaje, inteligencia, pensamiento y lenguaje)
[3] Antropología breve pp43-44, JM Burgos
[4] Fundamentos de Antropología, Yepes y Aranguren, cap 2, pg 50
[5] Ibid, pg 52
[6] Ibid, pg 53